Recién leyendo una columna de opinión leía lo siguiente:
"Pero si eso sucede, si el productor planifica con un dólar a $ 20 y termina cambiando $ 18 por dólar vendido, es innegable que va a haber un problema. La rentabilidad de las empresas es una variable fundamental a tener en cuenta en una economía saludable y la baja del tipo de cambio constituye un determinante fundamental.
En un contexto de costos crecientes y una mayor participación de la masa salarial en la ecuación de las empresas, el mantenimiento de la competitividad medida a través de los precios es fundamental. Porque si los costos aumentan y los ingresos disminuyen, lo que se ve afectada es la capacidad de las empresas para sostener el crecimiento de los salarios."
Federico Comesaña - El observador.
En primer lugar, deberíamos analizar el caso sector a sector, como para poder hacer un aseveración como la que hace el periodista. Ya que no todas las actividades que tienen como eje el tipo de cambio, son intensivas en mano de obra. Por que vale aclarar esto, por que los sectores intensivos en capital, no son afectados por "la mayor participación de la masa salarial en la ecuación de la empresa". Por ejemplo, el sector agropecuario es el caso, ya que la mayor parte de su matriz no está basada en salarios, sino que en infraestructura importada, forrajes, quizá combustibles, cuidado sanitario, entre otros. Por lo tanto, en primer lugar una baja del tipo de cambio si bien abarata sus ventas, también abarata sus compras, manteniendo estable su margen de beneficios, a su vez convengamos que estamos ante récords históricos en los precios de dichos bienes. En segundo lugar quizás es hora de abandonar la forma tradicional de hacer negocios y comenzar a escuchar a los profesionales, ya no sentados desde un escritorio haciendo papers, sino en el campo de la formación de precios por ejemplo, para no tener expectativas erradas. En tercer lugar, habría que contemplar además si los precios de los insumos se están moviendo en forma ascendente o descendente, tanto a nivel local como a nivel internacional, ya que una baja en el valor del dólar, sumada a una baja en los precios de los insumos puede estar generando un doble abaratamiento de los insumos, con precios de ventas constantes, lo que elevaría el nivel de los ingresos.
Podemos enfocarnos en otra rama, como el sector de TI o Tecnologías de la información, sector de rápido crecimiento. En este sector si bien la matriz productiva está basada en mano de obra, es un sector que desde su formación registra niveles de salarios altos o muy altos, por lo tanto ya están incorporados en la ecuación. Pero además en su estructura se encuentran los impuestos, los servicios públicos (fundamentalmente internet, telefonía fija y móvil, y la energía eléctrica), o el costo inmobiliario, el cual registra cada vez más un incremento totalmente inflado. Estos componentes no se referencian al tipo de cambio, sino que depende del desarrollo de la infraestructura nacional, de una política tributaria atinada o un control al sector de las bienes raíces.
Si nos centramos en la infraestructura, su origen es extranjero por lo tanto nominada en dólares, y que por el propio desarrollo tecnológico cada vez son más baratos, por lo tanto volvemos a un doble abaratamiento, con lo cual podremos ofrecer mejores servicios a mejores precios y que construyen una matriz con mejor productividad.
En el sector industrial podríamos señalar que tenemos una zona mixta, y que depende del tipo de producción; pero un tipo de cambio sensato no es único determinante de la competitividad internacional, sino que depende de los precios de los competidores, del nivel de productividad, que puede ser incrementado a base de el desarrollo tecnológico, pero ya no extranjero sino que nacional, para lo que debemos apoyar la inversión en educación y en la creación de tecnología, que no dependen del tipo de cambio.
Para resumir, el tipo de cambio no es el gurú de la economía del siglo XXI, debemos centrarnos en problemas de múltiples variables, ya que con una sola no podemos más que sesgar nuestra propia visión a un objeto tan limitado como inmanejable para las autoridades. Recordando que el descenso de la valoración del dólar depende no de una mejor posición nacional, sino de una feroz emisión monetaria por parte de EEUU, y un decaimiento de su economía.
Gracias y hasta la próxima.
Martín, estoy de acuerdo con la mayor parte de tu análisis. Cuando uno escribe con una extensión acotada y debe hacerlo para un público de formación económica básica, debe simplificar y simplificando muchas veces el análisis pierde riqueza.
ResponderEliminarCreo que tenés razón a la hora de hacer la distinción entre sectores. Sin embargo, eso no invalida el análisis macro. Cuando manejo el tipo de cambio no me refiero al precio del dólar. De hecho, el mercado estadounidense es casi despreciable para las exportaciones uruguayas. El concepto de tipo de cambio real es mucho más rico que eso. Determina si el país acompasa la evolución de los precios medidos en la misma moneda de sus principales socios comerciales o se desfasa respecto a ellos.
No hace falta llegar a la devaluación de Brasil en enero 1999 y sus consecuencias sobre la economía uruguaya, para comprender su importancia. De hecho, en los últimos dos años el gobierno forzó una paridad en los hechos respecto al real, porque la experiencia muestra que a Uruguay le fue muy mal cada vez que dejó que su moneda se distanciara respecto a la de su principal socio comercial. Hay trabajos del propio Lorenzo escrito al respecto. La apreciación no es solo un fenómeno provocado por la emisión monetaria.
A nivel internacional, los gobiernos libran en este momento una guerra cambiaria. Ninguno está dispuesto a dejar apreciar su moneda. Ni China, ni Brasil, ni tampoco Uruguay. Los países desarrollados quieren que los emergentes paguen los platos rotos. El dinamismo que no encuentran en el mercado doméstico lo buscan en el exterior. Y los emergentes, por otro lado, no piensan ceder terreno.
En Uruguay, el Banco Central interviene más a la compra cuando el dólar baja que a la venta cuando sube. El tipo de cambio no es ningún gurú. Pero sí una variable relevante desde el punto de vista de los costos en una economía exportadora. No determina la competitividad pero sí el signo de la rentabilidad en muchos de los grandes productores de bienes transables, que no son solo exportadores sino también empresas que producen para el mercado doméstico y compiten con las importaciones, que prácticamente duplican en los últimos años la tasa de crecimiento de las ventas al exterior.
Coincido en que para todo problema económico la mejor aproximación es siempre la multivariada. Es cierto que los fenómenos no son monocausales, pero subestimar la importancia de algunos elementos es otro error que como analistas, debemos evitar.
Por último, mi agradecimiento. Hacen falta lugares de intercambio. El encuentro de ideas y opiniones en un blog o en una columna, empujan a la reflexión sobre conceptos que muchas veces quedan como letras muertas en un libro mal traducido de Macroeconomía. Al fin y al cabo, uno escribe para eso. Un escritor argentino, Hernán Casciari, dijo una vez que "la literatura no es lo que uno deja ir, sino lo que vuelve, deshilachado, en los correos de los lectores, en las voces de los otros". Lo mismo pasa, pienso yo, con el análisis y la opinión.
Será entonces, hasta la próxima.
Federico Comesaña